Muchos problemas en la mordida o maloclusiones pueden ser tratados a edad temprana. Es importante decidir cuándo es el momento indicado. Si Ud. observa que su hijo tiene problemas para respirar, o muerde torcido, o su mentón está desviado, estas son razones suficientes para realizar una consulta a partir de los cuatro o cinco años. Normalmente, se recomienda hacer los primeros chequeos a partir del recambio dentario a los seis o siete años con el ortodoncista cuando salen los primeros molares permanentes.
Pero no siempre los dientes son los culpables de una maloclusión:
Hábitos como comerse las uñas, succionar el dedo pulgar, interponer el labio o la lengua al deglutir o hablar y el uso extendido de chupete, pueden contribuir al desarrollo de una mala mordida que no solo afecta a los dientes sino también a la relación entre los maxilares. Esto es lo que los ortodoncistas definimos como “problema esqueletal”. Si un chico crece con un problema esqueletal, es decir, con una desarmonía en sus huesos, el tratamiento en la adolescencia será mucho más difícil que si lo hubiéramos tratado tempranamente. Por eso en estos casos, se recomienda el tratamiento temprano, para poder interceptar este problema a futuro.